domingo, 3 de noviembre de 2013

Te acostumbraste a ser fría, a soñar sola, a pensar sólo en ti y a no depender de nada ni de nadie, pero de repente aparece alguien que te rompe los esquemas y manda tus planes a pique. Te asustas y autoconvences de que no es alguien especial, pero vuelves a sentir esa estúpida sensación, esa que parece que el corazón se te vaya a salir del pecho cuando miras el móvil y ves su nombre en la pantalla. Por no hablar de la cara de retrasada que pones cuando lees que te ha escrito algo "bonito". Y es que a veces me pregunto por qué las personas nos esforzamos en fingir que una persona nos es indiferente.
 
Y es que no sé qué tiene. No lo sé. No sé si son sus ojos, esos que hipnotizan... su sonrisa, esa que te hace reír pase lo que pase, sus pequeñas manías, esas que tanto me desquician y a la vez me gustan tanto de él.. sus brazos, esos brazos que desearía que me abrazasen a cada hora, a cada minuto, a cada segundo. Me gusta su seguridad, cómo camina, que sea distinto a los demás, que no se deje influenciar y sea siempre él mismo. Con solo una mirada hace que se me pongan los pelos de punta y los nervios me coman viva. Realmente no sé que tiene. Es imposible definirlo, yo creo que es química, no sé, pero algo tiene que haber... Dicen que hay personas con las que se conecta desde el primer momento y otras con las que no se conecta en la vida por mucho que lo intentes. Quizás mi conexión con él fue inmediata, más bien diría que éramos como imanes... Así que, puede que esto nunca tenga un punto y final, y que aquí dominen los puntos suspensivos... Y es que sé que si alguna vez intento pasar la página, él siempre será esa página con la esquina doblada que destaca de todo el libro.
 
 
 
 
(blairstrasser.com)

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