He tenido que despedirme más veces de las que he querido, pero cualquiera puede decir lo mismo. Y no importa cuántas veces lo hagamos, aunque sea para el bien de ambos, sigue doliendo igual. Y aunque nunca olvidaremos a lo que hemos renunciado, tenemos la obligación de mirar hacia adelante. Lo que no podemos hacer es vivir con miedo a la siguiente despedida, porque lo más probable es que siempre haya una siguiente. El truco es verle el lado bueno a las despedidas, como por ejemplo: que nos permite volver a empezar.
Finally we found the good in the GoodBye
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