domingo, 6 de noviembre de 2011

Que la pena dura tanto como quieras tú seguir llorando


-Eeeh! ¿Cuánto llevas despierto?
+Unos minutos.
-¿Cómo estás?
+Mejor, ya vuelvo a ser yo mismo.
-Aver ..
+Estoy bien, déjalo.
Aquel era un cambio imperceptible para cualquiera que no fuera yo, pero en ese segundo supe que su corazón se había vuelto a cerrar. Puede que volviera a abrirse al cabo de otros cinco años, o puede que no. Pero yo me conocía demasiado para saber que eso no sería suficiente.
-¿Qué quieres que pida para desayunar?
+ Cereales y zumo de naranja, gracias.
Por primera vez en aquella semana no sentía ganas de llorar. La vida era demasiado corta para eso.

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